A finales del siglo XX, el pueblo centroamericano vivió el        periodo más sangriento desde el descubrimiento de América y la        colonización del Istmo, lo que produjo la primera oleada de emigración.        Millones de personas se aventuraron hacia diferentes partes del mundo        debido a las atrocidades militares y políticas que se ejecutaron durante        las décadas de los 70's y 80's., a causa de las guerras civiles en        Guatemala, El Salvador y Nicaragua, así como, por la invasión a        Panamá.
Una vez finalizados los conflictos militares en la década        de los 90's, debido a la inmensa oferta laboral, las economías        centroamericanas adoptaron políticas de explotación y abuso, con lo cual        ofrecieron empleos con salarios insuficientes para suplir las necesidades        mínimas de vivienda, alimentación, educación, transporte y vestido a su        población. En la capital de San Salvador se podían observar familias casi        desnudas y sucias pidiendo dinero en diversas esquinas del centro        histórico para poder sobrevivir el día y viviendo en casas de cartón o        plástico. Esto produjo una segunda oleada de emigrantes, principalmente        jóvenes con poca educación. El destino principal fue hacia Estados Unidos,        adonde familiares y amigos se habían asentado durante las décadas        pasadas.
Conforme la crisis económica se profundizó, al grupo de        emigrantes se integraron profesionales, intelectuales y estudiantes        universitarios, quienes, al igual que el resto, encontraron oportunidades        de progreso lejos de su patria. En el nuevo siglo, esa emigración        centroamericana continúa y parece no tener fin, debido a la continua        inestabilidad y corrupción política que mantiene en batalla perpetua a los        lideres de las clases poderosas e históricas y los del pueblo desposeído,        siendo muy común que estos últimos se transformen en personas tan        corruptas como los otros.
A finales de la década de los 80's, la        primera generación de emigrantes centroamericanos con vocación comercial        había surgido. A través de trabajo arduo, reunificación familiar, sueños        de riqueza y un sistema económico funcional con niveles mínimos de        corrupción política y un sistema social incluyente, decenas de        restaurantes típicos y pequeñas tiendas de primera necesidad fueron        fundadas en ciudades como Los Ángeles, CA; Washington, DC; Long Island,        NY, y Houston, TX.
Con este primer surgimiento comercial de la        diáspora Centroamericana, y la abundancia de empleo con salarios        generosos, el mito del sueño estadounidense se constituyó en una realidad        para millones. Las historias de pobres campesinos u obreros que entraron a        este país sin un centavo, sufriendo las calamidades de una aventura de        esperanza y muerte, pero que, a través de su dedicación al trabajo duro,        el amor por sus familias y la bondad de un país de oportunidades, se        convirtieron en millonarios, son reales.
Aún cuando ese no es el        caso de todos, pero es indiscutible, que en este país no se necesita ser        millonario para vivir bien, sino de vocación para trabajar y convicción a        triunfar, debido a ello, es que la fuerza laboral centroamericana desde        hace medio siglo, se ido transformando en una fuerza empresarial vital        para la economía local de esta nación. Cada día se abre un nuevo negocio        centroamericano, y con ello, no solo se beneficia la economía        estadounidense con el pago de impuestos, sino que se provee empleo a los        nuevos inmigrantes, quienes son la fuente principal de las vitales remesas        familiares que subsidian las economías centroamericanas, particularmente        en Guatemala, Honduras, Nicaragua y El Salvador.
Al final        de la primera década del nuevo siglo, las empresas centroamericanas se han        diversificado en corporaciones transnacionales, que se extienden desde la        importación y exportación de productos nostálgicos hasta la consultoría de        servicios de avance científico y tecnológico. Todo es el resultado del        esfuerzo individual que ha sido complementado por la inversión que las        empresas para las que trabajamos antes de convertirnos en empresarios,        tuvieron al capacitarnos e impulsar nuestras habilidades para maximizar        nuestro potencial laboral.
Con el surgimiento de la Cámara        Centroamericana Estadounidense de Comercio e Industria, el liderazgo        empresarial debe procurar promover esa actitud exitosa, ya que es la que        hace a las empresas estadounidenses las mejores en el mundo y convertirá a        las nuestras en parte de esa élite comercial.
La oportunidad de        comercio transnacional que existe a través del CAFTA, es inmensa. Este        tratado comercial fue diseñado por los mejores economistas estadounidenses        para que nuestras empresas tomen ventaja de sus beneficios, sin embargo,        es importante que recordemos que como miembros de la fuerza laboral en        Estados Unidos, también aprendimos la manera como estas empresas poseen        una legitima responsabilidad social, la cual, beneficia a cada comunidad        adonde residimos y adonde nuestros hijos crecen y se        desarrollan.
El empresario centroamericano-estadounidense tiene una        misión histórica debido a los orígenes de sangre, desesperación y        explotación de donde hemos partido. Esa misión es, hacer negocios de        excelencia empresarial con inversión laboral y responsabilidad social. Es        nuestra responsabilidad generar riqueza en los cantones y ciudades de        donde somos originarios y así, cambiar un sistema que mantiene a nuestros        países sometidos a la corrupción y la pobreza.
Es tiempo que la        diáspora invada a Centroamérica, no con turismo, remesas y consumo. Eso        nos hace cómplices de los explotadores y corruptos, sino con nuestras        empresas y comercio, de manera que, podamos consolidar una incidencia        política que hasta ahora se nos niega y que pueda eventualmente minimizar        los grandes negocios de los explotadores y políticos corruptos, quienes no        permiten que Centroamérica surja del tercer mundo.
       *waltermonge@comisioncivicademocratica.org