Lecciones aprendidas en Responsabilidad Social, (21-08-2006)
Por Lic. Luis Alberto Ulla Director Ejecutivo IARSE
Actualmente no existe una definición única de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y el concepto es usualmente confundido con paternalismo, que suele aniquilar la voluntad y la superación personal, o con filantropía, actitud generosa y dadivosa de las empresas pero que no constituye una obligación moral de las mismas. La RSE no es una moda, no es algo que pueda ser improvisado o añadido de manera opcional a la empresa, sino que se integra a la planeación estratégica de la misma.
De esta manera, la RSE es un conjunto integral de políticas, prácticas y programas que se instrumentan en toda la gama de operaciones corporativas y en el proceso de toma de decisiones. La adopción de la RSE significa entonces, poner en marcha un sistema de administración con procedimientos, controles (métricas) y documentación que le permitan a la empresa operar mediante principios de responsabilidad social, de una manera más planificada.
Durante la última década, un número creciente de compañías a nivel mundial ha reconocido los beneficios que le genera ser una empresa socialmente responsable; y después de estar trabajado de cerca con varias empresas grandes en esta materia, podemos obtener varias conclusiones:
La RSE es actualmente uno de los temas de mayor interés entre la comunidad empresarial, y cada vez se le da mayor relevancia.
Las empresas están transitando hacia la integración de la RSE como una práctica de negocio, pero no existe un entendimiento generalizado de lo que significa y del compromiso que esto involucra. Se concibe perfectamente que se espera una mayor responsabilidad de las empresas y una mejor gestión de sus impactos en la sociedad; empero, no se sabe con exactitud hasta dónde llega la RSE y, por lo tanto, cómo evaluarla.
Más aún, hay una carencia y/o desconocimiento de herramientas prácticas que ayuden a las corporaciones a medirla y continuamente mejorar el desempeño y progreso en esta área; por ejemplo, relativamente pocas empresas en México conocen y aplican la metodología del Global Reporting Initiative.
Sin embargo, la empresa es más sensible al uso de recursos y de sus impactos: hablando ahora del retorno de lo social, es decir, de la medición de los resultados.
La aplicación de la RSE, consecuentemente, varía de empresa a empresa y su adopción va desde acciones filantrópicas hasta la realineación de su estrategia de negocio. En muchos casos, la implantación de prácticas de RSE proviene de la casa matriz y se facilita a través de ciertos estándares y códigos de conducta comunes, que incluye principios como: seguridad en el trabajo, derechos humanos, medidas de transparencia y anticorrupción, protección al consumidor y cuidado al medio ambiente.
La administración de la RSE se asigna a diferentes departamentos en las empresas: Recursos Humanos, Relaciones Públicas, Comunicación Institucional, etc., y sólo en algunos casos es parte de la planeación estratégica, cruzando todas las áreas y todos los niveles jerárquicos. Es evidente, que la RSE sólo puede ser implementada efectivamente cuando ésta es coordinada y goza del compromiso de la Alta Dirección de la empresa.
El gobierno, las organizaciones de la sociedad civil, las instituciones académicas y los organismos empresariales reconocen la importancia de adoptar los principios de la RSE en las corporaciones y de su contribución al desarrollo sustentable. Actualmente, México, es uno de los pocos países en desarrollo que cuenta con una norma en la materia, aún cuando ésta sólo es de carácter verificable y no certificable.
Las empresas grandes pueden ser importantes propulsoras de la RSE en las pequeñas y medianas empresas, proveedores distribuidores o clientes en su cadena de valor. Esto a su vez, actúa como un efecto multiplicador para involucrar a otros eslabones débiles a que incorporen de manera sistematizada principios de RSE en su diario actuar.
Algunos pasos ya se han dado para convertir a la empresa en un verdadero y nuevo motor de cambio, cuando en julio de 2000 se lanzara el Pacto Mundial a iniciativa del Secretario General de la ONU, Kofi Annan, para promover las prácticas de negocios responsables, al cual ya se han adherido un número importante de corporaciones.
Sin embargo, desarrollar un sentido de Responsabilidad Social Empresarial (RSE) implica que las empresas tengan que avanzar por diversas etapas en la curva de aprendizaje, antes de ostentarse como negocios responsables.
Desde luego la RSE requiere, además de un aprendizaje, de un liderazgo valiente la adopción de medidas que no claramente aporten a los resultados financieros de la empresa y que incluso pueden ser onerosas a corto plazo y de un proceso arraigado para la innovación organizacional. El camino hacia la responsabilidad social empresarial es aún largo, pero se presenta como una magnífica oportunidad para ser un motor de cambio y transformar la calidad de vida de millones de personas que hoy viven sin esperanza; es redimensionar el papel de las empresas en la sociedad y su interacción con las políticas públicas.
Sin duda, la RSE es un movimiento que está ganando cada vez más adeptos, y resulta evidente que este concepto será gradualmente entendido como un elemento de ventaja competitiva en el corto plazo y de supervivencia para la empresa en el largo plazo. Ojalá algún día el slogan las buenas prácticas de negocios hacen buenas compañías deje de ser sólo eso, un slogan, para convertirse en lo habitual.
Rodrigo R. González Fernández
Director
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