El cambio climático no sólo es considerado como uno de los mayores retos que enfrentan las sociedades humanas en el siglo XXI, también existe un creciente reconocimiento respecto a que los enfoques tradicionales de gestión, que tratan al cambio climático como business as usual y sin incorporar la complejidad inherente de este fenómeno, no son ni serán suficientes para hacerse cargo de los desafíos que conlleva un clima cambiante.
En este contexto, la resiliencia emerge como un paradigma para enfrentar los desafíos del cambio climático, el cual además ha demostrando tener gran popularidad en la esfera política, dada su explosiva incorporación en las políticas públicas, discursos y en la toma de decisiones. Sin embargo, en el contexto del cambio climático de los países en desarrollo, el enfoque de la resiliencia ha recibido menor atención.
En este escenarios del cambio climático, una de las definiciones de resiliencia que goza de mayor consenso internacional es la presentada por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) que la define como la "capacidad de un sistema social o ecológico para absorber una alteración sin perder ni su estructura básica o sus modos de funcionamiento, ni su capacidad de auto-organización, ni su capacidad de adaptación al estrés y al cambio". Sin embargo, para comprender este nuevo paradigma es necesario revisar de dónde nace este concepto.
La literatura nos muestras tres corrientes disciplinarias: primero, emergió en el pensamiento antiguo, siendo desarrollada en la matemática y la física. En segundo lugar, se remonta a la década del 40 en el campo de la psicología y psiquiatría, y luego fue adoptada en los 60 y 70 por el campo de la ecología. Desde sus orígenes a la fecha la teoría de la resiliencia se ha expandido influenciando diversas disciplinas, ámbitos políticos, así como la práctica, resultando en una proliferación de definiciones.
Esta proliferación de definiciones del concepto de resiliencia, como de su aplicación en la práctica ha generado confusión, tanto a nivel científico como de tomadores de decisiones. Es por ello, que una de las tareas más relevantes a desarrollar por el (CR)2 en sus primeros años es trabajar en lacontextualización de la resiliencia al cambio climático, para el contexto chileno. Situar la resiliencia a determinada realidad no sólo es fundamental, sino también posible debido a que una de sus características intrínsecas es la flexibilidad. De esta manera, el (CR) 2 hará una contribución innovadora en el contexto chileno, al ser uno de los pioneros en la utilización del paradigma de resiliencia en la investigación de la variabilidad y el cambio climático en nuestro país.
Posicionar, difundir y comunicar el paradigma de la resiliencia permitirá no sólo concretar una substancial contribución a la ciencia, sino también a los tomadores de decisiones, a distintos actores involucrados al cambio climático y a la sociedad en general, mediante la generación de conocimiento para la mejora continua de las decisiones y de este modo, poder enfrentar de mejor manera la incertidumbre y otros desafíos impuestos por el cambio climático en Chile.