¿Una crisis moral? |
| 28 de Octubre de 2009 - 09:08:08 por Redacción |
Las dimensiones de la actual crisis económica y financiera la han colocado en el centro de la agenda política, científica y mediática. Se han realizado múltiples análisis sobre sus causas, repercusiones y posible evolución. Sin embargo, muchas de estas aproximaciones han dejado de lado su componente ético o, si lo han contemplado, ha sido de manera superficial. Esta es la opinión del profesor del IESE Antonio Argandoña, que en el artículo "Crisi financiera: a la recerca d'uns criteris ètics" explica desde el punto de vista de la ética por qué se ha llegado a esta situación.Los medios de comunicación han incidido mucho en la codicia de los banqueros, la multiplicación de los casos de fraude, la creación de incentivos perversos y de las conductas imprudentes como causantes de la crisis. Pero estas tesis pretenden explicar demasiado. La codicia no es nueva Hay quien sitúa la codicia en el centro de la ecuación llamada a resolver el porqué de la crisis. No obstante, ésta siempre ha existido y por este motivo se han diseñado mecanismos de control en forma de leyes, para evitar que degenere en fraudes y corrupción de forma alarmante. Lo que ha ocurrido estos últimos años es que se han producido unas condiciones (tipos de interés bajos, abundante liquidez, innovaciones financieras, etc.) que han permitido que los beneficios obtenidos con estas conductas sean más altos. En segundo lugar, la propia sociedad ha generado situaciones de "codicia inducida" al premiar a aquellos que han tenido éxito con sus conductas codiciosas. Si bien se detecta un problema ético de fondo, lo que ha fallado sobre todo es la función de control. Permitiendo que se crease el caldo de cultivo óptimo para abrir el apetito por el excesivo beneficio y no impidiendo actuaciones demasiado arriesgadas y conductas fraudulentas. En Estados Unidos, la codicia se observa, por ejemplo, detrás de prácticas como la remuneración de los brokers de hipotecas en función del volumen que concedían en lugar de su solvencia o en el riesgo que las entidades financieras adquirieron gracias a la garantía explícita o implícita del Gobierno. Pero son los fallos en el sistema de regulación y control los que han permitido, en última instancia, llegar al punto en el que nos encontramos. Altas remuneraciones y estafas Con la codicia siempre de telón de fondo, se ha puesto en exceso el acento en las altas remuneraciones de los directivos o las estafas. De acuerdo al profesor Argandoña, más que causas, habría que entender estos episodios como efecto de un contexto concreto. Los grandes ingresos de directivos y analistas financieros se explican por el hecho de que el dinero siempre va a aquello que está de moda, lo que produce un alza en los precios del cual los diferentes agentes implicados intentan sacar el máximo provecho. Pero la cuantía de estas remuneraciones no explica el volumen de pérdidas de los bancos. Tampoco casos de fraude como el de Bernard M. Madoff sirven para explicar la crisis. La tentación al fraude ha estado siempre presente y para prevenirla están los reguladores y los jueces. La falta de transparencia es otra característica de muchas conductas que condujeron a la crisis. La escasa claridad en algunas operaciones, la ocultación de información o su falseamiento hacen pensar que los gestores de algunas entidades eran conscientes de que estaban llevando a cabo conductas inmorales. Algunos directivos demostraron falta de fortaleza en unos casos, otros hicieron gala de prepotencia y arrogancia, convencidos de que sus conocimientos eran superiores, que no tenían por qué someterse a la supervisión de otras personas o que estaban por encima de la ley y de las normas morales. El autor también detecta una falta de prudencia por parte de banqueros y hombres de negocios, favorecida por las condiciones de bajos tipos de interés, abundancia de liquidez e inflación moderada y estable que se han producido en los últimos años. Estas actuaciones dieron lugar a conductas gregarias o de rebaño, que se plasmaron en la búsqueda de beneficios inmediatos y el abandono de proyectos o inversiones que, sin proporcionar réditos al momento, podían asegurar un futuro próspero para las compañías. ¿Podía la ética haber evitado la crisis? Se han producido en estos años prácticas de mal gobierno fruto en muchos casos de la incompetencia de quien tomaba las decisiones. Y es que la gestión óptima de toda empresa pasa obligatoriamente por valorar desde el punto de vista ético cada una de las decisiones que se toman. Pero, ¿hubiese sido suficiente con una gestión ética para evitar la crisis? Probablemente no. Una empresa bien gestionada no es necesariamente una empresa con la continuidad garantizada, ya que puede cometer errores de cálculo, de expectativas, etc. Si la ética no puede garantizar el éxito de una empresa, tampoco la de todo un sistema. Sin embargo, sí que podía haber amortiguado las consecuencias de la crisis en los siguientes términos: • Evitando la quiebra de algunas instituciones o hacerla menos probable. • Contribuyendo a la creación de un clima diferente en el mundo de los negocios. • Aportando un grano de arena al mantenimiento de la confianza. Su pérdida ha sido una de las consecuencias más graves de la crisis actual. La recuperación de la confianza y la creación de las condiciones que permitirán desarrollar en el futuro un sistema financiero basado en la confianza son dos razones poderosas para desarrollar una cultura ética en las instituciones financieras. Una ética aplicada con carácter general en el conjunto de las instituciones financieras hubiese hecho menos probable la crisis y hubiese aminorado sus consecuencias. De cara al futuro, la ética debe formar parte de los fundamentos de un sistema financiero que, como mínimo, sea capaz de evitar crisis como la que vivimos y sea un instrumento de crecimiento, justicia y prosperidad. Antonio Argandoña, Ricardo Morel Berendson Año: 2009 Idioma: Español |
Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en RSE de la ONU
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SANTIAGO CHILE

La palabra corrupto suena a exabrupto, una práctica extrema con la que ninguna empresa se identifica. Sin embargo, la corrupción está mucho más cerca de lo que pensamos. La corrupción empresarial es una deslealtad en la toma de decisiones de un empleado o un directivo de una empresa cuando los intereses particulares se anteponen a los intereses de la compañía. Se trata de un grave problema para cualquier empresa porque, más allá de sus implicaciones morales y éticas, pone en peligro la estabilidad y el desarrollo futuro de la propia empresa, y compromete el equilibrio de la economía mundial.
La pasada semana tuvo lugar en Barcelona la I Conferencia Anual sobre Reputación Corporativa organizada por el Foro de Reputación Corporativa, IESE Business School y Reputation Institute.
Las empresas que se han preocupado de gestionar su reputación corporativa en los últimos años están manteniendo estables sus índices de respeto y admiración en el mercado frente al conjunto de las empresas que sí los han visto caer drásticamente. Ésta es una de las principales conclusiones recogidas en el informe Global Pulse 2009, elaborado por la consultora internacional Reputation Institute sobre un total de 600 compañías en todo el mundo, que también constata cómo la crisis golpea en general la reputación de las empresas, debido a una pérdida en la confianza del sistema, si bien este efecto es menor cuanto mayor es el índice de reputación con el que parte una empresa.







La Dirección General de RSE del Gobierno de España y Media Responsable colaboran con Dircom en la presentación de este cuaderno que pretende dar con las claves de una comunicación responsable a la hora de fomentar la RSE.


Martha Belden es consultora en el Fondo Multilateral de Inversiones del Banco Interamericano de Desarrollo y una de las organizadores de la VII Conferencia Interamericana de RSE que se celebra a primeros de diciembre en Punta del Este, Uruguay



