Fin económico y apariencia social
04 de Noviembre de 2018
Por Santiago García Álvarez*
La responsabilidad social corporativa es una práctica orientada a
ampliar el interés de las empresas hacia su entorno. La empresa con
fines de lucro, tradicionalmente volcada en sus propios intereses
económicos, dedica ahora esfuerzos importantes a lograr el desarrollo
de la sociedad que le rodea. Se trata de una tendencia que se ha
mantenido por años y que ha logrado generar círculos virtuosos en la
sociedad, con efectos positivos en lo social, económico, ambiental y
educativo.
A pesar de los innegables logros de esta tendencia social corporativa,
hay algunos cuestionamientos. ¿No será únicamente una forma de "lavar
conciencia" de las empresas? ¿Las empresas lo hacen con un compromiso
profundo de ayudar o simplemente les gusta colgar en sus oficinas el
sello de empresa socialmente responsable? ¿No resultará que varias
organizaciones emplean estos métodos simplemente para pagar menos
impuestos? ¿Hay verdaderamente coherencia entre el "ser económico" y
el "parecer social" de éstas?
No olvidamos que la economía moderna parte de la teoría de Adam Smith,
de que los individuos tienden a defender su propio interés. A pesar de
ello, los impulsores de esta corriente pensaban que habría una
extensión mayor de la riqueza global, y que ésta terminaría repartida
de alguna manera entre la gran masa poblacional. Pese a una raíz
individualista, el efecto sería verdaderamente social.
Los sistemas estadunidense y británico —así como sus principales
empresas— adoptaron con mayor fidelidad esta postura económica.
Tratándose de dos de las economías más grandes del mundo, se les
cuestiona la desigualdad. "Existen terribles injusticias sociales y
excesos de unos cuantos multimillonarios", argumentarían los críticos
con visión más socialista. "Adoptar un sistema distinto únicamente
conseguiría hacer más pobres a todos", se defenderían los
capitalistas.
Ante las interrogantes, preocupan algunos elementos. ¿Verdaderamente
la teoría del self interest responde a la naturaleza del ser humano,
eminentemente social? Los pilares del mundo capitalista descansan en
la centralidad de la economía y en el aumento de la riqueza, pero
entonces, ¿el centro de la sociedad debe ser el crecimiento económico
o existen bienes mayores sobre los que habría que replantear la
realidad? ¿Por qué si la mayoría piensa que lo económico es sólo un
medio, en realidad la sociedad funciona como si fuera un fin?
Este modelo de organización empresarial, más allá de su protagonismo
anglosajón, prevalece en occidente. En Latinoamérica, el contraste
entre empresas millonarias exitosas y la pobreza de mucha gente es
alarmante.
La empresa moderna, establecida en muchos países de este mundo
globalizado, ha seguido la lógica de la economía clásica, en algunos
casos hasta sus últimas consecuencias. La maximización de utilidades,
el resultado como lo más importante, la tarea por encima de las
personas y la lógica del rendimiento son algunos de sus basamentos.
Actualmente, no es posible en las empresas cuestionarse sobre la
pertinencia de moderar el crecimiento para mirar a fines distintos. En
la empresa moderna, estancarse es retroceder. Por más que un
empresario quisiera hoy hacerse estos cuestionamientos, es
prácticamente imposible tomar caminos alternativos, pues la estructura
social y la cultura organizacional han asumido estas premisas de
funcionamiento. Salir de ellas sería, posiblemente, morir. Así son las
reglas del juego y así se ha jugado por años.
Más allá de los cuestionamientos relacionados con la responsabilidad
social corporativa, sin duda los beneficios son palpables.
Independientemente de las rectas intenciones o no de sus
colaboradores, es un hecho que se destinan mayores recursos a
proyectos sociales, que los empleados dedican horas al trabajo
comunitario y que existe hoy mucha mayor preocupación ecológica por el
planeta.
Por ello, quizás hoy la mayor aspiración social posible de una empresa
se ha limitado a la lógica de la empresa socialmente responsable. A
falta de soluciones de fondo, no es una mala alternativa. Pero hay que
ser conscientes de que no es la solución de fondo y que tenemos que
llegar a la raíz de los problemas para plantear soluciones
definitivas. Por lo pronto, es importante que las organizaciones
tengan cada vez más una visión socialmente responsable. Ojalá sus
directivos y empleados la tengan de fondo y no sólo por tener una
placa. Si la convicción es profunda y se basa en la preocupación de
corazón por los más necesitados, si se plantean fines mayores a los
meramente económicos, si verdaderamente logramos permear a los demás
un ambiente de ayuda al prójimo, los resultados a largo plazo serán
mejores.
*Rector del campus México de la Universidad Panamericana
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*Fuente*:
*SaludosRodrigo González Fernández*Diplomado en "Responsabilidad Social
Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU
Diplomado en Gerencia en Administracion Publica ONU
Diplomado en Coaching Ejecutivo ONU(
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